concepto de Cultura

RAYMOND WILLIAMS: Cultura

*Postura del materialismo histórico: La cultura no es una esfera separada del resto de los aspectos sociales, sino que está en relación muy directa con la estructura económica.
Marx describió a la sociedad como un inmenso edificio integrado por dos niveles: uno básico y fundamental, la infraestructura, sobre el que se rige la Superestructura.

-Idea de Base: La infraestructura es la base material de la sociedad, el ámbito de la producción de bienes materiales, que hace posible la existencia de los individuos. Está conformada por la fuerza productivas y las relaciones de producción.

-Idea de Superestructura: Es la forma que adoptan la vida social, la organización política, jurídica y social, las instrumentaciones, la cultura, la ideología, el arte, entre otros ámbitos de la vida social.

*La postura de Williams: Williams realizó una investigación acerca de los diferentes significados que tuvo la palabra “cultura” a través del tiempo.
El uso de la palabra cultura fue variando a lo largo de los siglos:

-Una primera definición: Significaba inicialmente "cultivo de la tierra", y luego, por extensión metafóricamente, "cultivo de las especies Humanas". Alternaba con civilización, que también deriva del latín y se usaba como opuesto a salvajismo, barbarie o al menos rusticidad. Civilizado era el hombre educado.

-Romanticismo(S XVIII): Diferencia entre civilización y cultura. CIVILIZACIÓN se reservaba para nombrar el desarrollo económico y tecnológico, lo material; CULTURA para referirse a lo "espiritual", es decir, el "cultivo" de las facultades intelectuales.


-Diferencia con la idea marxista: En oposición a la postura marxista (cultura determinada por las condiciones de producción), Williams afirmaba que la Cultura es un fenómenos fundamental para comprender las relaciones sociales de desigualdad.

Estas significaciones no son pensamientos o ideas abstractas, sino que se plasman en prácticas de la vida cotidiana y en objetos específicos.

La crítica fuerte de Marx al idealismo apuntaba precisamente a demostrar la falsedad de la separación de las "áreas" del pensamiento y la actividad, así como también se dirigía contra las categorías abstractas, basadas en la evacuación del contenido específico de lo real (lo material): las verdaderas actividades humanas.

El esquema de base y superestructura no haría sino repetir estos errores; una teoría marxista debe estudiar no la abstracta relación base / superestructura, sino las relaciones de "determinación" entre las prácticas reales en los verdaderos procesos específicos e indisociables.

Los Estudios Culturales se interesan por desentrañar el sentido que los protagonistas otorgan a sus acciones cotidianas: ir a bailar, ir a la cancha son actividades concretas que están cargadas de múltiples sentidos.




SIGMUND FREUD

La cultura es la causa de la pérdida de nuestra autenticidad, de nuestra libertad, de nuestra plena individualidad.

Somos lo que nos deja ser la cultura, cuya finalidad no es la felicidad de los individuos, sino la represión de nuestros anhelos más fuertes. Es el propio hombre el que ha forjado sus cadenas porque, por su propia condición, depende de los demás en mucho mayor grado que el resto de los seres; las necesidades biológicas de supervivencia y de conservación de la especie sólo se pueden cumplir en sociedad; el hombre no es bueno ni malo, el hombre es en sociedad y es inimaginable sin ella.
La cultura se trata de un proceso puesto al servicio del Eros, destinado a condensar en una unidad vasta, en la humanidad, a los individuos aislados, luego a las familias, las tribus, los pueblos y las naciones. Estas masas humanas han de ser vinculadas libidinalmente, pues ni la necesidad por sí sola ni las ventajas de la comunidad de trabajo bastarían para mantenerlas unidas. Pero el natural instinto humano de agresión, la hostilidad de uno contra todos y de todos contra uno, se opone a este designio de la cultura. El sentido de la evolución cultural ya no nos resultará impenetrable; por fuerza debe presentarnos la lucha entre Eros y muerte, instinto de vida e instinto de destrucción, tal como se lleva a cabo en la especie humana. La cultura domina la inclinación agresiva del individuo debilitando a éste, desarmándolo y haciéndolo vigilar por una instancia alojada en su interior.

-La finalidad de la cultura: La cultura se trata de un proceso puesto al servicio del Eros (AMOR), destinado a condensar en una unidad vasta, en la humanidad, a los individuos aislados, luego a las familias, las tribus, los pueblos y las naciones.

Estas masas humanas han de ser vinculadas libidinalmente, pues ni la necesidad por sí sola ni las ventajas de la comunidad de trabajo bastarían para mantenerlas unidas. Pero el natural instinto humano de agresión, la hostilidad de uno contra todos y de todos contra uno, se opone a este designio de la cultura.

El sentido de la evolución cultural ya no nos resultará impenetrable; por fuerza debe presentarnos la lucha entre Eros y muerte, instinto de vida e instinto de destrucción, tal como se lleva a cabo en la especie humana.
La cultura domina la inclinación agresiva del individuo debilitando a éste, desarmándolo y haciéndolo vigilar por una instancia alojada en su interior.




J.M. BARBERO

Para la antropología cultura es todo, de manera que cuando un antropólogo llega a una etnia, a una tribu "primitiva" que cultura es tanto la forma del hacha como el mito, la maloca -su hábitat- como las relaciones de parentesco, tan cultura es el repertorio de las plantas medicinales. Para el antropólogo, pues, cultura es todo. Para el sociólogo, al revés, cultura es sólo un determinado tipo de actividades, de prácticas, de objetos, de productos casi todos pertenecientes al canon de las artes y de las letras.

La sociología sigue pensando así la cultura, incluso cuando se es un sociólogo tan de izquierdas como Pierre Bourdieu. La cultura para Bourdieu sigue siendo la música, la pintura, el teatro, la danza, la arquitectura, etc. Esta separación constitutiva de los saberes en la modernidad, esta dicotomia en los modos de pensar la cultura desde la antropología y la sociología está sufriendo actualmente un emborronamiento muy fuerte a partir de un doble movimiento: por una parte está el movimiento de especialización cultural.


Hasta hace poco creíamos saber con certeza de qué estabamos hablando cuando nombrábamos dicotómicamente lo tradicional y lo moderno, pues mientras la antropología tenia a su cargo las culturas primitivas, la sociología se encargaba de las modernas. Lo que implicó dos opuestas ideas de cultura: para los antropólogos cultura es todo, pues en el magma primordial que habitan los primitivos tan cultura es el hacha como el mito, la maloca como las relaciones de parentesco, el repertorio de las plantas medicinales o el de las danzas rituales; para los sociólogos cultura es sólo un especial tipo de actividades y de objetos, de productos y prácticas, casi todos pertenecientes al canon de las artes y las letras.

Pero en la tardo-modernidad que ahora habitamos, la separación que instauraba aquella doble idea de cultura se ve emborronada, de una parte por el movimiento creciente de especialización de lo cultural, ahora organizado en un sistema de industrias productoras de bienes simbólicos dirigidos a sus públicos consumidores (J.J.Bruner), que es lo que hace la escuela con sus alumnos, la iglesia con sus fieles, la prensa con sus lectores o la televisión con sus audiencias. Y de otra parte, la cultura vive un movimiento radicalmente opuesto, un movimiento de antropologización mediante el cual la vida social toda deviene, se convierte en, cultura.

El Estado/nación se forja sobre una radical ruptura con las anteriores formas de organización política, económica, y cultural, un quiebre en línea de continuidad entre la tradicional comunidad orgánica de las culturas locales y la moderna sociedad nacional Ahora lo global rompe también con lo internacional introduciendo no una nueva forma de agregración de las naciones/estado sino un tipo de nexo históricosocial: “el globo ha dejado de ser una figura astronómica para adquirir plénamente significación histórica” (O.Ianni). Ello significa que el mundo se ha constituido en nueva realidad a pensar, en la nueva categoría central de las ciencias sociales. Y ese cambio nos está exigiendo pensar la mundialización cultural en su especificidad, esto es, no como la formación de una cultura global que emergería por encima de las culturas diversas sino como la trans-formación de las condiciones de existencia y operación de las culturas nacionales y locales. Es desde dentro que cada cultura se mundializa hoy. Y ello tanto si esa mundilización resulta en la apropiación de prácticas o expresiones de otras culturas reelaborándolas y enriqueciéndose, o en el empobrecimiento de lo propio y hasta en su disolución como cultura.

La actual reconfiguración de las culturas tradicionales -indígenas, campesinas, negras- responde no sólo a la evolución de los dispositivos de dominación que entraña la globalización, sino también a un efecto derivado de ésta: la intensificación de la comunicación. Desde dentro de las comunidades esos procesos de comunicación son percibidos a la vez como otra forma de amenaza a la supervivencia de sus culturas –la larga y densa experiencia de las trampas a través de las cuales han sido dominadas carga de recelo cualquier exposición al otro- pero al mismo tiempo la comunicación es vivida como una posibilidad de romper la exclusión, como experiencia de interacción que si comporta riesgos también abre nuevas figuras de futuro.

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